sábado, septiembre 20, 2008

Good Vibrations

Andrew lleva diecinueve años viajando. No ininterrumpidamente, pero tambien podriamos decir que si. Conoce mucho, sabe bastante, es muy divertido, tiene el pelo largo y un gorrito claro entre playero e indigena, y un gusano dentro del pie.
Diecinueve años es mucho tiempo, demasiado, pienso yo mientras hablo con el. No se si quisiera hacer esto dentro de diecinueve años, o quizas si, quien sabe, quizas el tampoco lo pensaba. Pero diecinueve años es mucho tiempo. Uno, dos, tres... pero diecinueve... Es el bicho del viaje, que te pica y cagaste.
Con Andrew, y otros personajes del hostel, incluyendo tambien a Noga, con quien despues me iria a Puerto Escondido, salimos la noche de la independencia en Oaxaca, a ver la multitud reunida en la plaza central, o zocalo, mojandose con espuma (y rociandola sobre nosotros, el grupo de gringos que no necesariamente eran gringos pero anda a explicarlo), comiendo hot dogs, escuchando la banda militar ("La musica militar es a la musica lo que la justicia militar es a la justicia" - Groucho Marx), y celebrando. "¡Viva Mexico!" grita una voz que puede ser el alcalde, governador, o quien sabe que, y todos gritan ¡Viva Mexico! y muchos agregan ¡Cabrones!, y hay mas espuma por todos lados y estamos todos salpicados de blanco.
Los fuegos artificiales que salian por detras de la iglesia eran impresionantes. Ruidosos y luminosos y duraban por siempre, y caian los restos de papeles humeantes desde el cielo y mucho corrian a cubrirse la cabeza y otros nos quedabamos ahi maravillados, con montones de cenizas y papelitos quemados en el pelo.
Un bar barato luego, algunos tequilas, no suficientes para una borrachera, mi presupuesto no me permite emborracharme en bares. Sacamos unas fotos divertidas y ya. No fue una gran noche de joda, solo un par de tragos y a la cama.
Al dia siguiente no hice nada. La noche anterior habia arreglado con Noga, espontaneamente, ir a Puerto Escondido. Pase a buscarla por el hostel a las doce del mediodia, y ella recien se habia levantado. Aprovechamos el dia para ir a pasear y ver a mas y mas y mas milicos y policias desfilando por las calles, lo que siempre me pone nervioso, y aca en Mexico hay muchos y por todos lados, especialmente cuando hay desfiles del dia de la independencia y todos lustran sus fusiles y metralletas para mostrar que sus instrumentos falicos de poder y violencia se ven bonitos a la luz del sol, y caminan con disciplina ferrea e innecesaria y me cuesta mucho imaginarme que puedan ser felices.
A la noche tomamos un bus de segunda clase, mucho mas barato y no tan terrible como algunos suponene, y viajamos a traves de un camino de montañas y curvas imposibles que duraron horas interminables, Noga tomo una pastilla para dormir y se durmio nomas, yo apenas dormite un poco porque daba demasiadas vueltas, era como una montaña rusa, de izquiera a derecha y de derecha a izquierda, subiendo y bajando por los caminos de Oaxaca. Cada tanto a un lado y otro las luces de un pueblito nos saludaban al pasar, o eso pensaba yo.
LLegamos de madrugada a Puerto Escondido y fuimos a un hostel llamado Mayflower. Entramos a las 6 de la mañana, y yo tarareaba "I was riding on the Mayflower when I though I spied some land...". Tuvimos que esperar una hora y media a que pudieramos entrar a la habitacion, asi que salimos a caminar por la ciudad, que apenas se despertaba y daba bostezos antes de tomar el desayuno. El Pacifico estaba ahi, a mi derecha, en playas angostas y sin brisa alguna. El aire estaba quiero mientras el mar iba y venia, y decidi mojar mis pies en ese oceano por primera vez.
Despues volvimos, porque Noga estaba medio dopada aun de las pastillas para dormir que habia tomado para soportar el terrible viaje desde Oaxaca.
Esa tarde cuando desperte teniamos un nuevo compañero de cuarto. Era un rubio alto, de cabello parado y sonrisa enorme. Vincent, de Quebec, fue un buen compañero de un par de dias de viaje, siempre dispuesto a compartir algo para fumar con quien sea. Tambien compartio conmigo informacion vital sobre economia y sociedad canadiense. Luego de una larga caminata por la playa, nos sentamos a tomar una cerveza, mirando el mar y charlando de cosas. Mientras caminabamos de vuelta la arena se desmorono a mis pies y cai de culo hacia el mar. Me rei mucho.
Las olas en esa parte son enormes. Las mas altas que haya visto, y tienen una velocidad increible. Puerto Escondido es una ciudad frecuentada por surfers, y no es raro que este llena de australianos. Y fue de hecho una australiana, Amy, quien me enseño los rudimentos del surf.
En mi segundo dia en Puerto Escondido fuimos a una playa llamada Carrizarillo. No es particularmente linda, aunque el color de la arena amarillo claro (no, no es blanca tampoco) esta lejos del color de la de la costa argentina. Pero aparentemente es un buen lugar para hacer surf. No elegimos un buen dia porque casi no habia olas, pero al mismo tiempo quizas haya sido un buen dia para una primera vez. Al principio le tenia un poco de miedo al mar, debo admitir. Mas a ESTE mar, que tiene tanta fuerza y tanta profundidad subita, pero tenia que hacerlo. "Mis amigos no me lo perdonarian si vengo hasta aca y no hago Surf", me dije, y ademas no me gusta que el miedo me diga lo que tengo que hacer, asi que alquilamos una tabla por 80 pesos mexicanos y entre al mar. Amy nadaba a mi lado, dandome las instrucciones. Al principio el desafio era encontrar un blance en la tabla y poder chapotear por ahi. Luego fue pararse en la tabla. Ya tenia la teoria en la cabeza, pero la mayoria de las veces me para muy rapido, o perdia el balance. "You have to feel the water, the sea will tell you what to do" me dijo Amy. Me relaje y me dedique a sentir el agua. Fui consciente de la vastedad del mar. De su fuerza, y tambien de su gentileza. Por un momento, nos conectamos Ella (porque seria correcto llamara La Mar) y yo. No pense mas en la teoria, o en que hacer. Solo deje que La Mar me dijera cuando y me pare en la tabla. Una vez parado, mi propia alegria me hizo desconcentrarme y cai al agua, pero por unos segundos estuve de pie, triunfal sobre la inmensidad del oceano.

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