jueves, octubre 26, 2006

Verdaderas historias de viajes: Los guantes

Lo empecé a notar en Milan, y después en casi toda ciudad europea que visité en la cual el invierno fuera mas o menos frio. Aqui y alla, perdidos y solitarios, guantes yaciendo en el piso. Nunca dos guantes juntos, nunca dos iguales. Siempre un guante abandonado, solo. Al principio no me llamó mucho la atención, después de todo, cualquiera puede perder un guante. Pero luego vi otro, y otro y otro mas. Comencé a sospechar que algo siniestro estaba ocurriendo, pero ,¿quien querria hacer que alguien pierda un guante? Y, ¿por que? ¿Quien resultaria beneficiado por la perdida de guantes? Lo primero que pense fue en los fabricantes y negocios que podrian vender siempre mas y mas, mientras el invierno siguiera frio y los guantes se perdieran, dejando a una mano indefensa contra las inclemencias del tiempo. Pero la respuesta parecia demasiado obvia, ¿no se habria ya dado cuenta alguien? ¿No se habrian tomado ya medidas para detener esto? No, la respuesta debia ser mas compleja, mas insospechada, pero, ¿cual?
Segui viendo esas fundas para manos perdidas, y sospechando algo paranormal, hasta que, de pronto, supe la respuesta al enigma: Duendes. Pequeños, veloces, nunca vistos, los duendes adoran ese tipo de cosas. Y se sabe que en Europa hay muchos dundes. Me los imagino con sus altos sombreros a rayas, robando guantes en Roma y triandolos en las calles de Frankfurt. No hay con que darle, los duendes hacen cosas raras.
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