domingo, diciembre 25, 2005

El 24 de diciembre no fue muy activo durante el día. Gabriel y yo salimos a hacer algunas compras, y paramos a beber una cerveza al aire libre, aprovechando que el clima estaba bastante agradable. Charlamos sobre cine, sobre sociedad, sobre filosofia... son buenos estos reencuentros, siempre hay temas aun no hablados.
Por la tarde, nos quedamos en casa zapando. Llego Paco, otro amigo de Gabriel que está a punto de irse a la India por unos cuantos meses, y nos trajo unos conitos de dulce de leche que fueron asesinos. Mucho mate y bastante música después, partimos a dar una pefímera y motorizada vuelta por la ciudad antigua (de trazado medieval, y combinacion de restos Moros y Cristianos), y ya después, a pasar la nochebuena con la enorme familia de Gabriel.Estaban sus hermanos, David, Raul y Sara, y otros cuantos primos, tíos, etc. En total unas treinta y algo de personas. Mucha comida, ricos vinos... y lo más curioso de todo: Villancicos. Al parecer, es una tradición en España pasarse la nochebuena cantando villancicos tradicionales, que todos saben. La misma cara de sorpresa que yo puse ante los villancicos fue la que pusieron cuando me aventuré a decir que en Argentina no se canta nada de eso. "¿Y que cantan, entonces?" me preguntaron. No supe si contestar con el típico "una que sepamos todos", o simplemente decir "nada". Creo que al final dije "nada". El festejo duró hasta eso de las 6 de la matina. En el lugar que alquilaron para celebrar (un Casal, que es una suerte de Club Social) había un escenario, donde se alternaron actuaciones, chistes, y música (A cargo del grupo de los hermanos Incertis, los Salazones). A mi me hicieron actuar interpretando "El Rey Enamorado" de Les Luthiers (claro, siendo el único argentino, les vine de perillas para eso.)
Finalemnte, agotados e hinchados de tanto comer, nos fuimos a casa de los padres Incertis y dormimos allá. Hoy nos levantamos tarde, comimos un cordero, tuvimos algunas charlas sobre inm,igracion, econmía, comercio justo, y otras cosas así. Nos volvimos para la casa de Gabriel por la noche, y compramos unas frutas en el negocio de un Indio que hablaba curiosamente igual que Apu, de los Simpsons, a pesar de que está en España desde hace 25 años. Nos regaló un par de bananas, con una amabilidad extrema. Ya compré Dulce de Leche para comerlas esta noche, antes de dormir.

viernes, diciembre 23, 2005

Antes de viajar tuve que hacer muchas cosas. Rendir finales, mudarme de casa, comprar algunas cosas, ver al médico, y saludar a gente, familia especialmente. Finalmente, el 22 de diciembre, me subí al avión al como estaba previsto. El vuelo fue largo, y con varias escalas. Primero, viajé a San Pablo. Pedí pasta en lugar de pollo (no confio en el pollo de avión) y fué horrible. A mi lado se sentaron dos alemanes que habían pasado un tiempo en Argentina. Zitna, que estaba sentada a mi derecha (a mi izquierda, claro, estaba el pasillo), tenía miedo por las turbulencias y otros movimientos del avión, así que me pidió que la distrajera hablándole. Como todos sabrán, hablar no es algo que me cueste, pero de todas formas hice un sincero esfuerzo por que la conversación sea pareja. Buena chica Zitna, y su novio, Mathias, también. Nos despedimos la llegar a San Pablo, y seguramente no los veré nunca más. Así son los viajes, y es parte de lo que hace lindos esos contactos efímeros y desinteresados.
El segundo tramo fue de San Pablo a Lisboa. Me senté al lado de un portugués cuyo nombre nunca supe, que tenía un DVD portátil y varios capítulos de Friends, y que gentilmente compartió conmigo. Además, dieron "Charlie and the Chocolate Factory". Casi no dormí (nunca duermo en los viajes largos, mas que unos pocos minutos), pero al menos la pasta fue mejor que en el otro vuelo, y a la mañana me dieron un desayuno bastante decente.
En el último tramo aéreo, de Lisboa a Madrid, me dieron un sandwich con fiambre fresco (para seguir con las descripciones culinarias del viaje), pero me agredieron con música navideña estadounidense durante los 55 minutos de vuelo. ¿Será ésa una nueva manera de contrrolar la inmigración? ¿Poner musica horrorosa, y esperar que algún pobre infeliz no lo soporte y regrese a su país? Lo soporté, y finalemtne llegué a Madrid a eso de las 9 y media de la mañana, hora Madrileña. Tomé el metro hasta la terminal de buses (decir "Subte" y "Bondi" acá no parece propicio),y emprendí el viaje a Valencia. Más música navideña, y aún peor, una película de navidad con Cary Grant doblada al Español. Gracias a Dios que traje un Disc Man. Los gritos de un par de niños no ayudaron, como tampoco el grupo de Indios que hablaban a los gritos: el cóctel sonoro era espeluznante. Música de Charlie Parker a todo volumen y la lectura de "En el Camino", de Kerouac me salvaron de la demencia.
A las 16.35 llegué a Valencia, llamé a mi amigo Gabriel, y él vino a buscarme. Es genial ver a alguien después de 2 años, y que sea como haberlo visto ayer. Es bueno que no haya silencios incómodos. Hay silencios, si, pero de los cómodos, de los que se hacen cuando se sabe que no es necesario hablar. Y hay charlas también. Es bueno verlo de vuelta.
Dejé las cosas y fuimos a un concierto de (adivinen) música navideña. Pero ésta era bastante buena, orquestal y muy bien arreglada, y no eran las obras típicas, aunque no faltó "Jingle Bells".
A la noche, unas hamburguesas con queso, un poco de mate (Gabriel toma mas mate que yo, al parecer), la visita de Tony, un juego de dardos, una zapada, whisky. Sueño. Actualizar el blog. Dormir (¿Cuanto hace que no duermo? Creo que, salvo cortos intervalos, estoy despierto desde el 22 a la mañana. Acá ya es 24. Jet lag. ¿Que hora es para mí? Que confuso. Cené cuando en realdad tomaba la merienda. Duermo cuando aún no duermo. Que confuso. Me voy a dormir.) Me voy a dormir.

martes, diciembre 06, 2005

Punto de partida

Quizás mi primer viaje haya sido aquél que emprendí a través de un túnel hasta las seguras manos de un médico, quizás, si me pongo un poco más metafísico, desde algún lugar previo a la existencia terrena hasta el combinado de un espermatozoide y un óvulo. Quizás incluso antes, varias vidas antes si es que admitimos la posibilidad de que ésta no sea la primera vez que mi alma habitó algún cuerpo. Claro que no lo sé, y en todo caso no recuedo ninguna de éstas cosas. Puedo afirmar, sin embargo, que toda mi vida ha sido un viaje, un camino que comenzó quién sabe donde, y que va a desembocar en vaya uno a saber qué. Los viájes físicos, el desplazamiento espacial, no son más que una parte más obvia de éste viaje. Pero también son algo más. Son peligrosos para quién se los toma en serio, uno nunca sabe lo que puede pasarle yendo desde Tigre hasta Retiro en tren, o tomándose la línea B.
Hoy es 6 de diciembre de 2005, y mientras escribo estas líneas pienso en los peligros a los que me voy a enfrentar cuando, el próximo 22 de diciembre, me tome un avión hacia Europa. Viejos amigos, viejos afectos, nuevas reencuentros y sus subsecuentes despedidas. Miedos que surgen de pensar en lo que no existe, de preocuparse por un futuro que no puede existir hasta que exista, y ahí quién te dice. Alegría de pensar en rostros, en almas, en voces y en labios. Aún queda mucho por hacer, y todavía estoy acá (¿donde mas podrías estar, si sólo hay aquí y ahora?), pero me parecía oportuno inaugurar éste espacio donde lo que sea que pase pueda quedar escrito, experiencias indecibles expresadas en torpes palabras. No sé cuándo empezó mi viaje, pero hoy empiezo a relatarlo. Puede no ser un viaje emocionante, trascendental, significativo para la humanidad, pero es el mío, y al menos es verdadero. A los que quieran acompañarme, son bienvenidos. No prometo nada, excepto un poco de verdad.