"Los judios se la pasan reclamando monumentos y compensaciónes, y el gobierno siempre tiene que ceder. Yo no tengo la culpa del Holocausto, ¿por qué tengo que pagar los que hicieron otros? Y si lo decís, te acusan de Nazi" - Dijo Dominic. Segundos antes, yo había hecho un chiste que aludía a gas tóxico saliendo del techo, sin siquiera estar pensando en el Holocausto, en judios, o nazis, pero se vé que es aún un tema sensible entre los alemanes.
Berlin está llena de recordatorios, y memoriales. En pleno centro de la ciudad, hay un parque compuesto por bloques de metal de diversas alturas, con pequeños pasillos entre ellos. Estar ahí dentro es sobrecogedor, caminando entre tanto bloque de metal gris. Nico me explica que es en memoria del Holocausto, y me dice que le encanta, que es una gran obra de arte. Unas semanas después, Dominic me diría que "son solo un monton de pedazos de metal, es estúpido. Y el estado gasta miles de euros en esas cosas". Allí cerca, se escuchan las risas de una pareja de adolescentes, corriendo y jugando entre esos cientos de monolitos que simbolizan el exterminio de millones.
La Catedral de Colonia, en toda su magnificencia gótica está rodeada de escombros. Toda la ciudad está en ruinas, y sólo se alzan unas pocas paredes, y quizás alguna afortunada casa con parte del techo desplomado. La Catedral no tiene ningún daño. Así se ve la ciudad de Colonia en las fotos del año 1945, justo después de los bombardeos aliados. Yo pienso en que las películas estadounidenses nunca muestran esa parte de la guerra. Pienso en que siempre los Nazis parecieron todos taaaan malos, y los Aliados todos taaan heróicos, y que quizás los Nazis fueron taaan malos, pero que quizás los Aliados no fueron todos taaaan buenos. Se me ocurre comentar que esto no se ve en las películas estadounidenses. "Nosotros tenemos un muy buen recuerdo de los norteamericanos", me responden, "luego de la guerra, Alemania fue dividida entre los vencedores, y ellos fueron los que mejor nos trataron, los que más hicieron por nosotros." Y, rápidamente: "Eso si, todo lo que hicieron en Vietnam, en los Balcanes, y ahora en Irak, es otra historia. Con eso sí que no estoy de acuerdo".
En el ayuntamiento de Hannover hay cuatro maquetas de la ciudad. Una la muestra en 1649, algo mas grande que una aldea. La segunda en 1939, próspera ciudad inudstrial, ferrocarriles, montones de casas, parques, varias catedrales, y una sinagoga que está en negro, porque fué destruida por los Nazis en 1938. La tercera en 1945, colección de ruinas grises, árboles quemados, autos destruidos, iglesias que apenas se mantienen en pie. Casi se puede ver humo elevarse, casi se pueden oir gritos de victimas, casi se puede oler la muerte. La cuarta en el día de hoy, mas grande, mas moderna, montones de edificios, las iglesias reconstruidas, todo renovado, y blanca, muy blanca, como una ciudad transfigurada, o una propaganda de jabón en polvo.
Martin nos dice que es de la primera generación de la postguerra, y que vió todos los cambios que se dieron en Berlin en los últimos 60 años. Su padre había peleado con el ejército aleman, y había visto a muchos amigos morir. Como tantos otros, nunca se recuperó del efecto psicológico. Martin, por su parte, creció en una ciudad dividida, y hoy dice estar harto de divisiones, y critica al gobierno de Merkel, del cual dice que puede llevar al país en una dirección peligrosa. Inmediatamente, nos pide disculpas por su opinión, como si no quisiera generar conflictos, como si estuviera harto de las divisiones.
Justo detrás de las estatuas de Marx y Engels, en Berlin, se encuentra un edificio cuadrado, sin adornos, típico del este comunista. Nico me explica que ése edificio fue alguna vez un hotel de lujo, donde todos la jerarquia del gobierno comunista se reunía para todo tipo de eventos y fiestas. Hoy, es un centro de arte y exposiciónes, refugio de bohemios y jóvenes, y juega un rol importante en la movida cultural berlinesa. En breve, y a pesar de las protestas de muchos, será demolido, pues el gobierno quiere reconstruir un antiguo castillo, que sin duda atraerá mas al turismo. "O sea que para recuperar la historia, van a destruir la historia", le digo a Nico. "Exacto", me responde. "Van a elegir que parte quieren recordar". Justo enfrente, las estatuas de Marx y Engels miran fijo al progreso, simbolizado en una enorme antena de televisión.
martes, marzo 07, 2006
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1 comentario:
Sólo quería decirte que comparto en gran parte la visión y los sentimientos que tuviste en esa ciudad. Alemania es como un Fenix, siempre renaciendo de sus cenizas. Realmente fascinante...
Paula
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